Diez años después de que los gobiernos y la comunidad internacional se comprometieran a garantizar el acceso universal a la educación primaria en 2000 y a reducir la tasa de analfabetismo de los adultos a la mitad del nivel que alcanzaba en 1990, hay aún 130 millones de niños en el mundo que no asisten a la escuela y 872 millones de adultos que carecen de la formación básica indispensable para poder salir de la pobreza. La crisis de la educación es más patente en las dos regiones cuyos ingresos por habitante son los más bajos del mundo: Asia Meridional (385 dólares) y Africa Subsahariana (513 dólares). En dieciséis países de esta última se ha registrado una baja de la tasa de escolarización.
Hay que situar esta crisis en la perspectiva adecuada: en 1960 menos de la mitad de los niños de 6 a 11 años de edad del mundo en desarrollo estaban matriculados en la escuela primaria, frente a 79% en la actualidad. Pero ese tremendo esfuerzo fue insuficiente para seguir el ritmo del crecimiento demográfico y, además, en los años 80, la crisis de la deuda frenó los progresos en muchas regiones. En el último decenio, las tasas netas de escolarización mejoraron lentamente (de 53% a 56% en Africa Subsahariana, de 65% a 72% en Asia Meridional). Los gastos públicos en educación crecieron de 5,1% a 5,6% del PNB en Africa Subsahariana y de 3,9% a 4,3% en Asia Meridional.
El número de niñas que no asisten a la escuela es desproporcionado, ya que, según el UNICEF, éstas representan dos de cada tres menores que no reciben educación primaria en el mundo en desarrollo. En Africa Subsahariana y Asia Meridional, 50% de las niñas nunca van a la escuela. Asia Meridional es la región donde la disparidad entre los sexos es mayor (15 puntos). En Oriente Medio y en Africa del Norte las tasas de escolarización son muy superiores, pero la diferencia entre los sexos sigue siendo considerable (8 puntos).
Esas desigualdades a nivel primario tienen repercusiones en las tasas de analfabetismo: en las mismas tres regiones, más de la mitad de la población femenina mayor de 15 años es analfabeta, siendo Asia Meridional la que ostenta la tasa más elevada y la distancia más patente entre los sexos (29 puntos). Ello tiene consecuencias sumamente negativas en el desarrollo humano, pues está probado que varios años de educación primaria contribuyen a la disminución de la mortalidad infantil y a la reducción de las tasas de fertilidad.
Pero hay otras desigualdades que agravan la situación. Si bien muchos países del mundo en desarrollo son predominantemente rurales, a menudo la educación favorece sobre todo a los menores de los medios urbanos: Burkina Faso y Níger constituyen casos extremos, ya que la asistencia a la escuela primaria en el campo es inferior en 40% a la de las ciudades.
Otro motivo importante de preocupación que no se refleja en este mapa es el número de niños que concluyen efectivamente el ciclo de educación primaria. En Asia Meridional y Africa Subsahariana, entre 30% y 40% de los niños que ingresan en la enseñanza primaria abandonan los estudios antes del quinto grado sin adquirir la formación elemental indispensable para mejorar sus condiciones de vida e integrarse en la sociedad. El problema es también inquietante en aquellas regiones en las que la mayoría de los niños van a la escuela: en América Latina y el Caribe, la cuarta parte de los niños que realizan estudios primarios desertan de los establecimientos antes de llegar al quinto grado.
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