Cuando hablamos de educación, hablamos del futuro de Chile.
Para nadie es un secreto que el sistema educacional chileno hoy presenta graves deficiencias.
En todos sus niveles, desde la educación pre-escolar hasta el sistema universitario, vemos las consecuencias de un sistema que discrimina a los estudiantes y sus familias.
Los resultados de pruebas como el SIMCE o la PSU, expresan claramente la diferencia en la calidad de la educación particular y el sistema público. Levantando una barrera de desigualdad entre quienes pueden pagar por educación y los que no.
En estos días, donde la gran mayoría de los chilenos vivimos de las deudas, del trabajo precario e inestable; resulta impresentable el costo que tiene acceder a una educación de calidad.
Si queremos un Chile más justo, mas inclusivo, necesitamos una verdadera revolución en la educación. No sólo en las aulas, donde avanzar en calidad es un tema urgente. Sino también en la generación de investigación para el desarrollo.
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